Guatemala, 17 de Diciembre del 2007
Suele afirmarse que Costa Rica es un país diferente, que ha logrado construir una sociedad en la que la justicia tiende a prevalecer, en el cual el pueblo tiene mayor acceso al ejercicio de sus derechos, que no tiene ejército, en fin, que es distinto. Incluso hay quienes, con un dejo de orgullo, llaman a Costa Rica “la Suiza Centroamericana”. Sin embargo, los hechos políticos recientes acaecidos en aquel país muestran una clara tendencia hacia su “centroamericanización”.
No nos referimos al amañado proceso electoral que condujo a la victoria de Oscar Arias, ni al cuestionable referéndum sobre el TLC, ni al desprestigio que sufren sus instituciones públicas, sino a una inaceptable decisión reciente adoptada por el Estado: procedieron a iniciar un proceso de despido en contra de tres dirigentes de una de las organizaciones sindicales más beligerantes, claras y comprometidas con los intereses del pueblo: ASDEICE.
En Costa Rica las derechas no han podido privatizar la telefonía, en buena medida porque ASDEICE ha dado siempre las voces de alarma cuando tal pretensión amenaza al pueblo costarricense. En Costa Rica las derechas no han podido privatizar la energía eléctrica, también porque ASDEICE ha estado atenta a cualquier señal de voluntad privatizadora en esa dirección y ha trabajado tesoneramente para evitarlo. ASDEICE fue, además, una de las principales organizaciones en la lucha por el rechazo al nefasto Tratado de Libre Comercio. Su papel en la convocatoria nacional a lo largo de esa lucha fue siempre destacado. Se trata, pues, de un sindicato modelo, que sabe estar hondamente comprometido con la agenda nacional y con los derechos de todo su pueblo, sin que por ello desatienda las reivindicaciones particulares de los trabajadores y trabajadoras del Instituto Costarricense de Electricidad, ICE.
Eso, naturalmente, causa hondo malestar en las derechas que gobiernan en el hermano país, y esa molestia se traduce, al final, en hechos que sólo pueden calificarse como represivos. Al emprender el proceso de destitución de la dirigencia sindical de ASDEICE, el Gobierno costarricense la emprende en contra de toda su ciudadanía, por cuanto pretende descabezar a una organización que ha puesto en evidencia su combatividad a favor de los intereses superiores del pueblo.
Oscar Arias, al proceder de semejantes maneras, escupe sobre el galardón que recibió años atrás, enloda con ello el rostro de todos quienes recibieron el Premio Nóbel de la Paz y obliga a pensar respecto a los criterios mediante los cuales éste se otorga. Lo cierto es que, si alguna vez en el pasado hizo mérito alguno, hoy, con sus hechos, los borra uno tras otro e incluso los desborda.
Desde Guatemala, lamentamos que, de manera arbitraria e injusta, las derechas gobernantes coloquen al pueblo costarricense en general, y a su clase trabajadora en particular, ante hechos semejantes.
Repudiamos la acción represiva emprendida por las autoridades de Gobierno y demandamos a Oscar Arias y a su séquito que cesen en su proceso de acelerada derechización de las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales imperantes en suelo costarricense.
Es bueno recordarle a las derechas que “quien siembra vientos, recoge tempestades”. No deben ni les conviene, por ende, asumir la represión y la violencia como instrumentos de control social para facilitar el impulso de sus programas neoliberales. De continuar haciéndolo, colocarán al pueblo costarricense y a sus auténticas organizaciones ante la obligación de acudir al legítimo derecho a la defensa propia.
En Costa Rica, como en Guatemala y a lo largo y ancho de toda Centroamérica,
¡La Lucha Sigue!
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