martes, 2 de junio de 2009

Posición política del FNL ante la crisis

Guatemala, 2 de Junio del 2009


 

Posición del FNL ante la actual crisis


 

La aguda crisis que hoy padece Guatemala, cuyo peso recae sobre los hombros de los sectores populares, no la crea ningún video ni es producto de maniobras políticas palaciegas. Nace, se desarrolla y crece desde un modelo estructural impuesto a sangre y fuego, que ha demostrado servir solamente a unos pocos, en perjuicio de las grandes mayorías. No se trata, por ende, de una crisis puntual, cuya solución dependa simplemente de que los intereses de las distintas derechas se pongan de acuerdo respecto a cómo repartirse el pastel.

Sin duda alguna la crisis nacional existe y es profunda, con el agravante de que la codicia desmedida de los poderosos no les permite darse cuenta de que, por las vías que siguen imponiendo, terminarán por llevar al país al borde mismo de un profundo abismo.

Entre otros factores que determinan esta crisis pueden mencionarse los siguientes: La injusta distribución de la riqueza; la exclusión de las mayorías al disfrute de los bienes y servicios sociales; la deshumanización de las relaciones entre las personas; el predominio del racismo y la discriminación como reglas rectoras del comportamiento social; el férreo control ideológico por parte de las derechas; la depredación indiscriminada de la madre naturaleza; la entrega sumisa de nuestra soberanía y riquezas ante voluntades y codicias foráneas; la innegable presencia del crimen organizado en los espacios decisionales del país; la violación permanente de la libertad sindical, de la negociación colectiva, de los derechos humanos y laborales.

La creciente violencia, la pobreza extrema, la desnutrición crónica, el déficit habitacional, la ausencia absoluta de políticas públicas a favor del pueblo, el predominio de programas puntuales y clientelistas, la remilitarización y el desmantelamiento del Estado, la corrupción generalizada, así como otro amplio conjunto de componentes propios de la realidad actual, no son sino inevitables efectos derivados de esos factores estructurales desde los que se genera la crisis.

Hoy, pues, el pueblo sigue cosechando, en forma de aguda crisis, lo que las derechas, con pleno respaldo de los Estados Unidos, sembraron en 1954 y han venido cultivando con esmero desde entonces.

Hay que señalar que, a lo largo de las últimas décadas, el modelo neoliberal globalizado ha contribuido, de manera notable, a la agudización de la crisis. Ese modelo no lo generó el pueblo. No lo crearon los trabajadores de la ciudad ni del campo. Tiene por madre a un vasto conjunto de imposiciones foráneas y por padre al entreguismo servil de los ricos locales. Les corresponde a ellos, en consecuencia, asumir la paternidad de esta criatura y, con ello, las responsabilidades irrenunciables que, sin duda alguna, les competen.

La crisis, entonces, no la deben de pagar los sectores populares, porque ellos no la generaron. Tanto la iniciativa privada, como los distintos gobiernos a partir del 54, se han confabulado para construir un modelo de Estado del que se han venido sirviendo a manos llenas. Ahora deben asumir los costos que se derivan de sus propias acciones.

Ante esa realidad y en respuesta a la crisis, desde el Frente Nacional de Lucha reiteramos nuestro compromiso de empeñar nuestros mejores esfuerzos por avanzar, con paso firme, en cada uno de los siguientes seis ejes prioritarios:

1.- Por el desarrollo del Estado y sus instituciones como instancias al servicio del pueblo.

2.- En defensa de los recursos naturales.

3.- Por los derechos de la familia campesina e indígena.

4.- En defensa de la libertad sindical, la negociación colectiva y el bienestar social.

5.- Por los derechos de la población migrante.

6.- Por el crecimiento de la vocación de poder popular y de la conciencia de clase.

De cada uno de estos seis ejes se deriva un amplio conjunto de procesos y acciones concretas, que fueron esbozadas en nuestra Plataforma de Lucha para el 2009, que fuera definida en Asamblea el pasado mes de Enero.

Desde el FNL asumimos, asimismo, el compromiso de luchar por la construcción de esos sueños y legítimas aspiraciones de nuestro pueblo, largamente postergadas por la voracidad sin límites de las derechas que han detentado el poder desde 1954:

Queremos una nueva sociedad basada en la equidad, la justicia, la igualdad y la interdependencia.

Que asegure una mejor calidad de vida para todos y todas, sin discriminaciones de ningún tipo.

Que reconozca y acepte la diversidad como fundamento para la convivencia social.

Una sociedad donde lo primero sea la condición de persona de todos sus integrantes.

Que garantice su dignidad, sus derechos, su autodeterminación, su contribución a la vida comunitaria y su pleno acceso al disfrute de los bienes y servicios sociales.

Una nueva sociedad en la que nos entendamos como hermanos y parte integral de nuestro entorno, lo respetemos y protejamos.

Estas son, pues, nuestras metas superiores. En las mismas se refleja un modelo de sociedad distinta, justa, digna y humana.

Sabemos que no será fácil alcanzarlas, pero tenemos la certeza de que vamos a lograrlo. Con el esfuerzo y la participación activa de los mejores hombres y mujeres de nuestro país, vamos a lograrlo. En unidad como pueblo, hombro con hombro, mano con mano, en nuestra marcha hacia ese futuro mejor para todos no conoceremos más que victorias.

Para que la forja de esa nueva Guatemala sea posible, hoy debemos enfrentar hechos concretos propios del actual momento histórico. La crisis del modelo neoliberal, que se expresa a nivel mundial, impone sobre Guatemala nuevas condicionantes. Se han globalizado la pobreza, la injusticia, el desempleo y otro conjunto de lacras sociales. Ante ello, los dueños del capital buscan afanosamente los mecanismos que les permitan trasladar los costos de la crisis hasta los sectores populares.

En Guatemala, esa voluntad de las derechas se expresa hoy en cuestiones muy concretas ante cada una de las cuales debemos resistir, entre las que destacan las siguientes:

  • No podemos permitir que se imponga la pretensión de las derechas por deshacerse de la Constitución del 85. Han pretendido lograrlo desde variadas formas. Una de ellas, tan nefasta como cualquier otra, es la que plantea el grupo Pro Reforma. Debemos, como organizaciones populares, cerrar filas para evitar que las derechas se cosan una constitución política que les quede como traje a su medida, es decir, una constitución neoliberal.
  • No podemos seguir entregando mansamente nuestras riquezas ante la vocación depredadora de los grandes consorcios transnacionales y sus cipayos locales. Deben renacionalizarse los bienes del Estado que han sido entregados a empresas privadas para la explotación del pueblo.
  • No podemos permitir que la impunidad siga siendo el abrigo bajo el cual se cobijan todo tipo de atropellos contra los derechos del pueblo.
  • No podemos permitir que se le arranquen al pueblo derechos sustantivos, como los derechos laborales, que hoy pretenden desaparecer por la vía de ratificar el Convenio 175 de la OIT.
  • No podemos permitir que se destruyan las instituciones públicas prestadoras de servicios mediante la reducción abrupta de sus presupuestos y su desabastecimiento acelerado.
  • No podemos permitir que los recursos del Estado se orienten hacia el desarrollo de una política agraria que privilegia la producción de agro-combustibles por encima de la seguridad alimentaria.
  • Está por firmarse el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, que en sus efectos implicará mayor deterioro en las capacidades de las finanzas públicas. Se impone, por ende, el llevar adelante una política fiscal que conduzca a que los ricos paguen como ricos, cosa que hasta la fecha no ha ocurrido.
  • No podemos permitir que los derechos de nuestros compatriotas se vean pisoteados en otros países, en donde se les otorga el trato de seres humanos de segunda o tercera categoría.
  • No podemos permitir que las derechas sigan tomándole el pelo a nuestro pueblo cada cuatro años, mediante poderosas campañas mediáticas manipuladoras de la conciencia popular.
  • No podemos permitir que ese circo mediático siga sirviendo como elemento distorsionador de la realidad, como trampa para invisibilizar la lucha de clases, como vía para dividir a los sectores populares, como instrumento para pervertir los auténticos valores del pueblo, como herramienta para preservar el dominio de los poderosos.

Para nosotros, como pueblo explotado pero en lucha, hace muchos años que empezó la crisis. Para nosotros, lo nuevo sería que se empezara, por fin, a hacer justicia.

Como pueblo, nos corresponde abrir los ojos y empezar a construir, desde nosotros mismos a través de nuestras luchas, esa nueva sociedad, para lo cual tendremos que ir forjando, día tras día, una nueva conciencia que conduzca hacia diferentes formas de poder popular.

Debemos ir construyendo, acción tras acción, un nuevo compromiso de lucha en pro de los derechos e intereses del pueblo.

Debemos ir edificando, tesoneramente, una nueva concepción organizativa desde el seno del pueblo, basada en su unidad, en su articulación y en su voluntad de lucha por lograr, más pronto que tarde, que esa nueva sociedad se imponga sobre los restos de la actual, cuyo modelo ha evidenciado no tener capacidad alguna de respuesta ante la crisis.

¡La Lucha Sigue!

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