viernes, 16 de mayo de 2008

INTOLERABLE IRRESPETO AL PUEBLO GUATEMALTECO

Guatemala, 15 de Mayo del 2008

¡Bofetada al rostro de toda Guatemala!

Con la frente en todo lo alto, con toda dignidad decimos:
“Aquí no lloró nadie, aquí sólo queremos ser humanos”
Otto René Castillo


Prensa Libre, 15 de Mayo del 2008
Tal y como lo pone en evidencia el matutino Prensa Libre en su edición de hoy, 15 de mayo del 2008, ahora el Gobierno de los Estados Unidos se arroga impunemente el derecho de irrespetar, de manera flagrante, la dignidad de nuestros compatriotas, capturándolos en redadas, encerrándolos en corrales para ganado, engrilletándolos como si se tratara de peligrosos delincuentes y rodeándolos, además, con una malla electrificada, a todas luces acondicionada así para evitar su fuga. (A no ser que alguien, dueño de una ingenuidad sin límites, quiera creer que esa malla estaba puesta allí desde antes, con el propósito de evitar que el ganado se les escapara).

Ciertamente se trata de inmigrantes indocumentados, cuyo delito fue buscar oportunidades de trabajo sin pasar por los trámites que impone la Ley. Es cierto que han violado una Ley migratoria, con el propósito de encontrar alguna forma de generar ingresos para sus familias. Pero es obvio que ello no amerita un trato ni siquiera aproximado al que se les ha brindado. La humillación, el vejamen desmesurado al que han sido sometidos nuestros hermanos y hermanas por las autoridades gringas no guarda relación alguna con la naturaleza de su falta. La foto que publica Prensa Libre es más que elocuente.

El Embajador estadounidense, en un intento infructuoso por lavarle el rostro a su Gobierno, argumenta que allá sólo están haciendo que se cumplan sus propias leyes. Pero omite reconocer que ese tratamiento indigno no se lo darían, jamás, a la población blanca que forma parte de su propio pueblo.

Se lo dieron, claro, a sus pueblos indígenas, sobre todo durante la sangrienta expansión hacia el oeste, a la que en sus libros de historia llaman “conquista”. Se lo dieron, sí, a millares de familias japonesas durante la Segunda Guerra Mundial. Se lo dieron también a la población afro-americana durante los años de lucha por los derechos civiles. Se lo dan aún a los prisioneros afganos, iraquíes y de otras nacionalidades que mantienen ilegalmente en la base militar de Guantánamo. Pero, cuando se trata de sus propios rubios de ojos azules, hay que decir que ni a Charles Manson, criminal al que calificaban casi como el anticristo, lo humillaron de semejante manera.

Si se analiza la actitud asumida por las autoridades yankees en contra de nuestros compatriotas y de otros miles y miles de latinos, es fácil encontrar en la misma un sustento ideológico calificable como racista, xenofóbico y visceral, muy cercano al pensamiento de los nazis, del que, como bien se sabe, se derivaron horrendas prácticas genocidas.

Al parecer, ante los ojos de esos gringos, el pecado de nuestros migrantes no es sólo el de ingresar ilegalmente a los Estados Unidos, sino, peor aún, el hacerlo cubiertos con su piel morena, con su baja estatura y hablando español.

Nos informa el matutino que entre los 257 prisioneros capturados en las redadas de Iowa hay menores de edad, mujeres embarazadas, madres solteras y enfermos. Si, ante semejante violación de derechos, instancias internacionales llamadas a promover y defender esos derechos humanos, como UNICEF, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Organización Panamericana de la Salud, la Organización de Estados Americanos y otras afines, optan por guardar silencio, se les puede señalar, entonces, como cómplices de semejantes aberraciones. El que calla, otorga. Obviamente, lo mismo cabe aplicarse al propio Gobierno de Guatemala, del que cabría esperarse la adopción de una actitud de defensa y de denuncia de estos evidentes atropellos.

El Gobierno estadounidense deberá ser acusado formalmente como violador de un sinfín de derechos. Sus autoridades han cumplido con la aplicación de sus leyes, como sostiene el Embajador, pero de inmediato han pisoteado todos los Tratados, Convenciones y Acuerdos internacionales en materia de derechos humanos. Bien saben Bush y sus lacayos que una persona indocumentada no pierde, por carecer de documentos, su condición como persona humana ni, por lo tanto, dejan de asistirla derechos que la protegen en su dignidad y en su integridad. El no tener documentos no los convierte en ganado, para que los encierren en un corral destinado a la exhibición de reses.

Ese tipo de medidas, entre otras muchas que, desde el Gobierno estadounidense, lesionan la dignidad de los pueblos latinos y de otras latitudes, son las que llevan a que, de repente, en las paredes de las ciudades de toda América Latina, aparezcan pintas, casi siempre levantadas por manos juveniles, en las que se lee: “Yankees, go home”.

Hasta donde conocemos, en Guatemala jamás hemos encerrado a un gringo en un corral de ganado, ni los hemos tratado con humillante prepotencia, ni se les ha vejado en su dignidad. Y no porque no se lo merezcan, que son muchos los que han acumulado méritos suficientes para ser calificados como indeseables. Sobre todo aquellos que, desde cargos diplomáticos, se han desempeñado como pretores y han impuesto sobre nuestro pueblo cuanta barbaridad se les ha dado la gana.

Jámas se ha visto que aquí la Dirección General de Migración haga una redada por ejemplo en Panajachel, en donde abundan gringos indocumentados, quienes sobreviven de competir ilegalmente contra nuestros artesanos en la venta de artesanías en las aceras.

Aquí no se han visto redadas en las discotecas en donde también pululan gringos indocumentados, malvestidos y al parecer sin bañarse, consumiendo y promoviendo las drogas, la prostitución y la prostitución infantil. Aquí no se ha expulsado ni a un solo gringo de los miles que vienen a trabajar ilegalmente al país traídos directamente por empresas extranjeras, sin tramitar ni un solo permiso laboral, y que despojan de empleo a ciudadanos nacionales. No estamos hablando de visitantes decentes, de turistas o de personas que vienen al país con fines humanitarios o de solidaridad. Lo que afirmamos es que ni a los extranjeros evidentemente indeseables en nuestro país, se les ha tratado jamás como tratan a nuestros paisanos allá. ¡YA BASTA!

Hacemos nuestro el contenido del ya conocido mensaje del cantautor Leon Gieco, quien respecto a la situación de la población migrante dijo: “Si me pedís que vuelva otra vez donde nací, yo pido que tu empresa se vaya de mi país, y así será de igual a igual”. Allá, los gringos dan a nuestro pueblo un trato humillante, pero exigen que aquí les abramos las puertas a sus productos, tomemos sus bebidas, comamos sus hamburguesas, vistamos sus jeans, escuchemos sus raps y demás porquerías y encima, pretenden que les agradezcamos por dejarnos hacerlo. ¡YA BASTA!

Lo último que queremos, desde el FNL, es incitar aquí a la violencia y a la xenofobia. Ojalá que los actos prepotentes y vejámenes de los que son víctimas nuestros hermanos y hermanas en suelo estadounidense no acumulen odios ni resentimientos que luego devengan en consecuencias tristes y dolorosas, como ha ocurrido en otros países, en los que por razones similares o afines se ha visto incluso correr la sangre.

Ojalá que estemos a tiempo para detener una peligrosa espiral generadora de violencia. El primer paso lo debe dar, cuanto antes, nuestro Gobierno, apretándose el pantalón (en sus mismas palabras) para defender con firmeza los derechos de los ciudadanos a quienes está mandado a representar y cuya dignidad está obligado a defender. El ataque racista que se realice en contra de uno solo de nuestros compatriotas se convierte, al final, en un ataque en contra de cada guatemalteco y guatemalteca. El Gobierno debe tomarse la palabra. Sin embargo, hasta donde se ha informado, no han tenido el coraje de decirle a los gringos ni “esta boca es mía”.

Por otra parte, la causa generadora de este maltrato no debemos buscarla solamente en la actitud racista e incivilizada del Gobierno yankee. Porque cada una de esas personas agredidas allá se vio forzada a migrar desde alguna aldea de nuestro propio territorio. Devino en migrante motivado por la existencia, en Guatemala, de un modelo social que no oferta a su población ni siquiera las condiciones básicas para que los sectores populares puedan siquiera sobrevivir con un mínimo de dignidad y de esperanzas. Fue, pues, la codicia de los poderosos de aquí y la misma dominación del Norte, la que los forzó a migrar, para ser vejados por los poderosos de allá.

Es un hecho, entonces, que la solución al problema que enfrentan nuestros compatriotas migrantes se encuentra no sólo en los Estados Unidos sino, sobre todo, aquí, en Guatemala, buscándose la construcción de un modelo de convivencia social que procure la justicia, que distribuya con equidad los ingresos, que garantice para cada ciudadano y ciudadana el pleno acceso al disfrute de los bienes y servicios sociales y que, por ende, permita a cada poblador vivir con la certeza de que, gracias a su esfuerzo ya los frutos de su trabajo honrado, puede ser dueño de su propia dignidad.

Pero, mientras ese modelo se construye, habrá que exigir del Gobierno gringo el respeto que le debe a nuestros ciudadanos.

El trato que se les otorga es, simple y sencillamente, intolerable.

El Gobierno guatemalteco debería de dar muestras de tener un mínimo de vergüenza y exigir que se sancione internacionalmente al Estado norteamericano como violador de derechos humanos e irrenunciables que asisten a las personas migrantes.

¡Basta ya!
¡La Lucha Sigue!

No hay comentarios.: