Ha circulado recientemente una magnífica carta de la Conferencia Episcopal, en la cual los Obispos de Guatemala claman por un nuevo modelo económico diferente, e indican, brevemente, por qué se hace necesario. Se trata de un documento tan acertado que deberíamos leerlo todos, con independencia de nuestro credo religioso.
En este documento los Obispos reconocen que su misión consiste en “…la creación de un nuevo modelo de desarrollo y una nueva visión de la economía…”, para cuya forja deben comprometerse. La nada sencilla tarea “…de ser constructores de la paz…” les “…exige promover el respeto y la defensa de la vida en todos sus aspectos…”, razón por la cual se sienten en la obligación de pronunciarse.
En su texto, los Obispos exponen que se necesita que el gobierno debe “…tener una visión de estadista y ofrecer al país un proyecto de nación a corto, mediano y largo plazo, sentando las bases de un futuro de bienestar y calidad de vida para los guatemaltecos, especialmente jóvenes y los niños y niñas…”, con lo cual reconocen que está ausente esa visión de estadista. Es decir, hace falta que elijamos, y pronto, a un auténtico estadista, pero el problema está en que éste no está entre los candidatos, sobre todo porque la derecha no permite que tal persona se aparezca.
Desde el Estado se debería ofrecer a las comunidades “…un nuevo modelo económico diferente al que ha prevalecido en los últimos decenios…”, y caracteriza a ese modelo al afirmar “…que postulaba la maximización del provecho y del consumo, en una óptica individualista y egoísta, dirigida a valorar a las personas sólo por su capacidad de responder a las exigencias de la competitividad…”, visión no compartida por los Obispos ni por prácticamente nadie que pueda llamarse humano.
Señalan que, para lograr el buen vivir, “…se hace necesario reformar las leyes que regulan la inversión para la explotación de los bienes naturales no renovables del país…”, con lo cual tocan, brevemente, uno de los grandes problemas que afectan al país: la presencia de las egoístas transnacionales, que basándose en las leyes, explotan al país.
Mencionan, como de urgente aplicación en Guatemala, lo sostenido por el Papa Benedicto XVI el 1º de Enero del 2013, cuando dijo que “…se necesitan, especialmente, por parte de los estados, políticas de desarrollo industrial y agrícola que se preocupen del progreso social y la universalización de un estado de derecho y democrático…”
Rechazan, por lo tanto, “…la negativa a la discusión y eventual aprobación de la iniciativa de Ley de Desarrollo Rural largamente trabajada y consensuada con diversos sectores representativos de los intereses campesinos…” y señalan que lo anterior “…muestra que el organismo legislativo debe tomar con seriedad y responsabilidad su auténtica misión de ser representantes del pueblo…”
Indican, con énfasis, que “…en Guatemala el progreso social debiera reflejarse en mejoras de vida de toda la población y no sólo beneficiando a pequeñas minorías…”
Señalan que en el país es preciso que sepamos elegir entre personas probas “…y no la satisfacción de intereses particulares que buscan alcanzar el poder para tener dinero…”
Por último, “…alentamos al Estado de Guatemala y a las organizaciones de migrantes a apoyar todas aquellas iniciativas que favorezcan la reforma migratoria integral y humana delante del gobierno de Estados Unidos…”
Hemos querido trasladarle a nuestros lectores los principales enunciados de la Carta de la Conferencia Episcopal de Guatemala, con los cuales coincidimos. Invitamos a todos a que la busquen y la lean, porque un documento así amerita lectura.
Llamarse cristiano es mucho más que asistir a una iglesia, como lo demuestra lo expresado por los Obispos. Es asumir una posición y luchar en defensa de los derechos de las grandes mayorías por un mundo digno, justo y humano.
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