Guatemala, 8 de Mayo del 2007
Desalojos: una política generadora de violencia
La derecha empresarial que usurpa el poder en Guatemala ha hecho de los desalojos una peligrosa política así como una práctica constante. Desalojan a miles de familias campesinas e indígenas que sólo buscan ejercer su derecho a disponer de un pedacito de tierra para ganarse honradamente su sustento diario. Desalojan a millares de pobladores de asentamientos urbanos a quienes acusan de cometer el grave delito de buscar un techo digno para el abrigo de sus familias. Desalojan a estudiantes normalistas porque se han atrevido a ocupar edificios públicos en defensa del derecho a la educación del pueblo.
Todos los desalojos emprendidos por la autoridades gubernamentales buscan, sin excepción, un idéntico propósito: Imponer los intereses de los ricos por encima de los de los pobres, aún a costa de mancharse sus manos con la sangre del pueblo. En síntesis, cada desalojo no es otra cosa más que el uso abusivo de la fuerza bruta por parte de los poderosos para defender sus egoístas intereses de clase. Y bien sabido es que la violencia engendra violencia.
Todos estos desalojos con los que han procedido ponen en evidencia, de manera indiscutible, a quién es que verdaderamente sirven los aparatos represivos del Estado. En realidad, todo el Estado está al servicio de los intereses de las derechas, y la política de desalojos que ahora implementan con fuerza es solamente una muestra más.
La acción brutal desarrollada por las fuerzas represivas el pasado 5 de Mayo en la Finca San Antonio Las Pilas, Tecún Unán, San Marcos, que dejó como saldo el asesinato del compañero Wilson Ramírez López, se constituye en un eslabón más de esa pauta de violencia gubernamental desatada contra todas las formas de organización popular. Con tan cobarde crimen, Berger insiste en acumular méritos para insertarse en la historia con el mismo palmarés que Ríos Montt o que Mejía Víctores. Y Doña Adela, flamante nueva Ministra de Gobernación, muestra que no le tiembla el pulso para llenar a otra madre guatemalteca de angustias por el asesinato de su hijo. Ella, que se ha llenado la boca denunciando la impunidad y la represión, tiene ahora la oportunidad de hacer valer la justicia y demostrar que sus palabras eran auténticas y no simplemente demagogia burguesa.
También las autoridades realizaron una bien ejecutada maniobra militar y un amplio despliegue de heroicas fuerzas policíacas armadas hasta los dientes, esta vez en contra de las alumnas del Instituto Normal de Señoritas Belén, a las que lograron derrotar y sacaron del Instituto que ocupaban. Su maniobra táctica, sin duda, será registrada en los anales de la historia militar contemporánea y, como modelo de valor, será objeto de estudio por las futuras generaciones de represores. El que se enfrentaran a niñas no mayores de 17 años no desluce su espíritu de lucha ni su denodada capacidad combativa.
Con este desalojo, defienden la contra-reforma educativa de corte neoliberal que promueve el Ministerio bajo la batuta de Doña María Aceña. Desalojan a las niñas, para favorecer el programa de los Empresarios por la Educación, el cual, como ya lo hemos denunciado, atenta de manera flagrante contra todos y cada uno de los derechos educativos del pueblo.
Y anuncia el Gobierno que procederá a desalojar a los pobladores que ocupan una serie de asentamientos dentro del casco urbano capitalino, como la Sakerty, la Nueva Jerusalén, El Regalito, los asentamientos del Padre Ramón y El Amanecer, entre otros. Cientos de familias que carecen de vivienda ocupan estas áreas ahora en conflicto. Se trata de familias que carecen de posibilidades de acceso a vivienda digna, en primer lugar porque a este Gobierno, al igual que a los anteriores, no les ha interesado, en absoluto, formular siquiera, mucho menos implementar, una política de vivienda con la que de respuesta el inmenso déficit habitacional que afecta a millones de personas a lo largo y ancho del país. Esa es otra obligación del Estado con la cual no han querido cumplir.
La policía pudo con las valientes niñas del Belén. Pero los pobladores de los asentamientos, así como los campesinos, sin duda son harina de otro costal. No le conviene a este Gobierno desatar una pauta de violencia.
Recomendamos a las autoridades, en especial a la nueva Ministra, que reflexionen bien y redefinan su política ante las demandas populares. No le conviene teñir sus canas de color sangre del pueblo. Eso le turbaría su sueño y le amargaría los días que le queden por delante.
¡la lucha sigue!
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