Guatemala, 27 de Marzo del 2009
¡No a la violencia y a la impunidad!
El país, en su conjunto, se encuentra sometido a una intolerable ola de violencia que afecta todos los campos y quehaceres de la vida nacional. Esta escalada de violencia se expresa en un vasto conjunto de hechos concretos, obviamente articulados entre sí, que a todas luces obedecen a una planificación meticulosa y, tras los cuales, se esconden fuerzas oscuras que han convertido al crimen en su principal arma. Grupos minoritarios pero poderosos a los que no les tiembla el pulso para llenarse sus manos con sangre, con tal de preservar sus mezquinos intereses. Nefastos grupos que, en la práctica y con inconfesables propósitos, han secuestrado la Paz.
De esta situación se ha desprendido, en el ámbito nacional, un clima de incertidumbre, de desconcierto, pero a su vez de cólera y angustia social, que termina por abrir espacio al retorno del terror como elemento rector de las relaciones sociales a lo largo y ancho del país. En Guatemala, están sembrando el miedo como instrumento político de control social.
Como uno de los principales factores que dan auspicio a esta realidad, destaca la prevalencia de la impunidad, que debe entenderse en calidad de manto protector bajo el cual se abriga todo tipo de atropellos, vejámenes y crímenes contra los derechos del pueblo y de sus ciudadanos y ciudadanas. Los delincuentes, de toda calaña, saben que pueden actuar a sus anchas por cuanto sus delitos no son perseguidos y, gracias a la corrupción imperante, en Guatemala la aplicación de la Justicia sigue siendo la gran ausente.
No es casual que precisamente ahora, cuando se abren algunos de
los archivos castrenses de operaciones militares del pasado, cuando son llevados a juicio los ejecutores materiales del secuestro y desaparición de Fernando García, cuando se empiezan a obtener informaciones sólidas desde los documentos de la extinta Policía Nacional, cuando en Estados Unidos se develan datos e informaciones referidos a la represión que se padeció en el marco de la política contrainsurgente que impulsó el Estado, es decir, cuando se dan iniciales y tímidos pasos en dirección a la ruptura de la impunidad, estas fuerzas de negra conciencia, todavía presentes en la vida nacional, saquen las garras y ataquen con saña a la institucionalidad misma.
Desde el Frente Nacional de Lucha expresamos nuestro firme repudio a la impunidad y a la ola de violencia que se desata al amparo de la misma. Condenamos de manera enfática el secuestro y tortura de la Dra. Gladys Monterroso, esposa del Procurador de los Derechos Humanos, y expresamos a la familia Morales Monterroso nuestra solidaridad, afecto y respaldo. Este ataque, cometido contra una mujer y madre, se constituye en una de las mayores bajezas en las que han incurrido estas gavillas de desalmados.
En la Guatemala de hoy, la impunidad, además, se expresa no sólo a través de la comisión de delitos de sangre, sino también de múltiples formas:
Son impunes los empresarios privados del transporte que violan la ley, se declaran en desacato y se niegan a cobrar las tarifas que impone la legislación vigente, sin que nadie los llame a cuentas.
Es impune la empresa Unión FENOSA, que decide, fuera del marco de la ley, agredir a la población y le corta durante 15 días la energía eléctrica a las comunidades de San Marcos, en vulgar represalia porque no la quieren en el país.
Es impune el Estado al pretender aprobar el Convenio 175 y, con ello, violentar los derechos laborales consagrados en la legislatura actual, y que son heredados de luchas abonadas con sangre obrera. Convenio que además no ha sido ratificado por ningún otro país en el Continente Americano por ser lesivo a los derechos laborales y sindicales.
La impunidad, en todas sus negras manifestaciones, debe cesar. Aquellas páginas más dolorosas y oscuras del pasado de nuestro país no deben regresar.
Por ello, nuestra marcha de hoy, como un grito del pueblo que, entre otras demandas sentidas, clama tanto por el cese de la impunidad como por el imperio de la justicia, ambas vías indispensables para devolverle al país la paz que le ha sido secuestrada.
Si, como decían en su propaganda electoral, "la violencia se combate con inteligencia", pues ya va siendo hora de que demuestren tenerla, siquiera un mínimo.
¡La Lucha Sigue!
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